Si algo adora How I met son los suspenses: la propia premisa de la serie gira entorno a uno. Gusta especialmente de resolverlos de manera gótica, muy adornada, por caminos llenos de giros donde nada es lo que parece. Este Daisy, vigésima etapa del año (dos capítulos más y luego la doble finale, ¡esto se hunde!), ha sido botón de muestra de ese gusto por el engaño… pero me temo que la ejecución ha resultado fallida, por varios motivos que veremos tras el salto. En todo caso, hay lugar para las buenas noticias: una hermana para Marvin, sin duda el titular de la semana. ¿Comentamos?
No, no era el momento. Dentro del timing de la serie, el interés del fan por saber dónde fue Lily tras la pelea con Marhsall hace ya varios episodios quedó absolutamente eclispado por ese final de Vesuvius, una escena que, de haberse emitido en Westeros, hubiera desatado más de un “alas negras, palabras negras”. Absorbidos como estamos por saber qué significan exactamente las palabras de la mother, la fuga de Lily es un asunto secundario. No digo que no merezca atención, pero quizá el orden de los capítulos no ha sido el más adecuado… Por otro lado, mediado el capítulo se veía venir con bastante claridad por dónde iban a ir los tiros, especialmente porque todos sabíamos que Daisy no podía hacer referencia al nombre de la mother, ni tampoco (fue mi primera corazonada) al de la madre de Robin, que por cierto se llama Genevieve.
Dicho esto, que quede claro que el capítulo no me ha disgustado, ni mucho menos. Lo salva el que quizá es el personaje más denostado (en mi opinión, infravalorado) de la televisión reciente: Ted Mosby. ¿A qué viene esta afirmación, diréis? Pues es algo que vengo oyendo desde hace años, pero que por algún motivo se ha acentuado más en los últimos meses. En general, Ted despierta más odios que admiraciones; a mí me parece un personaje brillante…
Su perfil detectivesco ha animado la mayor parte del capítulo, aquella en que el sector masculino del grupo, apoyados por Ranjit y Zabka, se han escapado del hotel para cantarle las cuarenta a The Captain. Ahoy! ¡Menuda sorpresa encontrarlo en los brazos de la grandísima Becky “Boats, boats, boats“! En realidad, la temporada pasada ya vimos que entre estos dos había algo, pero siempre es agradecido toparse con sorpresas y con regresos de secundarios. Cierto es que queda un poco con calzador: ¿qué necesidad argumental había para que Lily se fuese a casa de su jefe a hacerse un test de embarazo? Ninguna, claro, pero de esta manera rescatamos a viejos conocidos y además damos pie a que Ted se monte una película sobre Lily y el tabaco que acaba siendo un desastre cuando mete la mano en la maceta y, pam, test de embarazo. Estaba claro que los Eriksen-Aldrin iban a repetir paternidad, y que después del niño vendría la niña. La parte quizá más inesperada ha sido esa escena final, toda la familia en Roma. He leído en los comments que algunos apostáis por que la pareja se separa temporalmente; creo que en realidad Marshall renuncia al tren de ser juez, aun a sabiendas de que quizá no vuelva a pasar. Tiernísimos, por cierto, Jason y Alyson en la escena del reencuentro. Me encanta la vena dramática de ella, y el momento emocionadísimo de él. Grandes. Y bravo por la victoria de Lily: “I told you, guys, I can keep a secret…”
Del resto del capítulo destaca el debut de Genevieve, la madre de Robin. Su delicioso acento british ha sido el colofón a su divertido paseo por los defectos de su exmarido, tremendamente parecidos a los de su futuro yerno Barney. Me quedo, sin duda, con el momento en que empieza a hablar de un “gay black brother”: Lily no lo soporta más y la corta en seco.
Algunos detalles:
- Justo después de la intro, y antes de que Marshall hable, se ve pasar corriendo a una niña. ¿Spoiler?
- Muy grande Ranjit pidiendo ayuda a Marshall para sacarse el carnet de conducir…
- … y enorme Barney rompiendo los momentos de suspense de Ted: “Oh, my God, would you just tell us??!!”
- Me ha encantado ver una de mis jugadas favoritas del Playbook: The Archduke of Grand Fenwick. Magia…
En resumen: buen episodio, quizá un poco mal colocado porque nos rompe el superclímax de la semana pasada, y posiblemente con un enredo algo rebuscado y artificial; pero divertido, y emotivo en su desenlace. En la séptima o la octava nos hubiéramos dado con un canto en los dientes con episodios así… Y los que penséis que ha sido malo, recordad que hay algo peor: el italiano de Marshall.
Corolario: no voy a hablar, y es algo deliberado, de la ultimísima escena. La cara de Robin abre de nuevo las puertas a la conspiranoia, pero yo le di carpetazo al affaire de la canadiense con Ted en cuanto éste abrió la mano y ella salió volando, cual globo, al son de Eternal Flame. Así que os dejo las teorías a vosotros…
